La razón de ser de cualquier empresa es servir a sus clientes, lo que convierte a éstos en la piedra filosofal del negocio… pero ¿llegamos a entenderlos? Nos hemos acostumbrado a segmentarlos como si fueran un grupo de clones con idénticos intereses y perfiles, sin reconocer el carácter único de cada persona… lo que nos lleva a tratarlos igual ¿coherente?
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Deja de quejarte y busca nuevas oportunidades
No paramos de escuchar el tremendo desastre que está ocurriendo en la mayoría de los mercados, cayendo en picado y arrastrando con ellos empresas consolidadas, empleos de siempre y esperanzas… De hecho no es raro hoy encontrar sectores en los que el 30% de las empresas han tenido que cerrar en los últimos años. Un drama en toda regla, sin ninguna duda.
Los 7 pecados capitales y las necesidades de tu cliente
Cada día buscamos formas más sofisticadas de diferenciar nuestros productos o servicios, recurriendo a argumentos cada vez más peregrinos… cuando las necesidades básicas de los clientes llevan sin cambiar desde que el mundo es mundo. A veces es conveniente volver a nuestras raíces y reinterpretar al cliente en clave de los 7 pecados, lo que nos puede ayudar a detectar otras necesidades o trabajos no resueltos.
Internet como pilar de nuevos modelos de negocio: caso de estudio
Seguimos afanándonos en optimizar nuestras fuerzas comerciales, obsesionados por mejorar sus ratios de conversión, eficiencia y capacidad de trabajo. Para ello nos apalancamos en la tecnología, dotando a las fuerzas comerciales de dispositivos móviles, acceso online a pedidos y stock, sistemas CRM… pero ¿no supone eso hacer lo mismo pero de forma más eficiente?
El motor de tu modelo de negocio: Coste de adquisición y Valor del cliente
Si hay un elemento clave en el diseño de cualquier modelo de negocio es la capacidad para conseguir clientes a un coste suficientemente, bajo sacando un margen en el proceso. Aunque pueda sonar obvio, la realidad es que muy pocas empresas son capaces de entender cuánto les cuesta atraer un cliente y cómo calcular su capacidad de monetizar cada cliente
Las fases de tu empresa: búsqueda vs. ejecución
Es tristemente habitual encontrar emprendedores que se ponen a diseñar su startup como si de una gran empresa se tratara, utilizando el planteamiento tradicional: diseñan un detallado plan de negocio, organizan una complicada jerarquía donde todo el mundo tiene una “gorra” y contratan a un equipo de ventas para conquistar el mundo… y sin embargo, fracasan.
Los pioneros acaban con flechas en la espalda
Nos han repetido hasta la saciedad que no hay mayor ventaja que la de ser el primero explotando negocios innovadores, que debemos esforzarnos por llegar antes que nadie y crear nuevos mercados, lo que nos elevará al olimpo de las empresas con éxito… y desgraciadamente no sólo es mentira, sino que es imprudente lanzar ese tipo de mensajes.
Innovar a través de los intraemprendedores
Si hay algo que a día de hoy las empresas necesitan desesperadamente es innovar, diferenciarse y ser más competitivas. Lo que en tiempos de abundancia fue casi un lujo, hoy se ha convertido en algo imprescindible, en la diferencia entre tener un futuro brillante o no tenerlo. La cultura de la empresa, el entorno de trabajo o cómo tratamos las ideas son factores que, aunque sutiles, tienen un tremendo impacto en la capacidad innovadora de la empresa.
Creatividad e innovación, enemigos de la eficiencia
Si hay un factor que ha obsesionado a las compañías en la pasada década, éste ha sido la eficiencia…. hasta tal punto que ha acabado impregnando la cultura de todo tipo de organización y convirtiéndose en algo que se ha dado por supuesto: si es eficiente, es bueno. Sin embargo, ésta búsqueda ha tenido un lado oscuro, y que compromete la capacidad de innovar.
¿Debes buscar clientes para tu producto o productos para tu cliente?
La sabiduría popular empresarial dicta que siempre deberíamos escuchar al cliente, y que éste se debería convertir en la base sobre la que construir nuestros productos. Esta afirmación, que tiene todo el sentido en una empresa establecida y con una línea de negocio clara, resulta no sólo contraproducente sino errónea cuando estamos en una startup.