A veces es buena idea reinterpretar las necesidades que nuestro producto o servicio resuelve para el cliente en clave de los 7 pecados capitales, ya que podemos descubrir nueva vias de crecimiento
A menudo nos cuentan que si uno quiere emprender tiene que dejarlo todo y dar un salto al vacío rezando por que haya agua… lo que no tienen ningún sentido.
Nos hemos obsesionamos tanto con el siguiente producto, la siguiente venta o el siguiente escalón que se nos ha olvidado disfrutar del camino, de las cosas pequeñas…
A veces todos esos conocimientos adquiridos son como un gran árbol que no nos deja ver el bosque… ¿y si echamos la vista atrás y recordamos cómo veíamos la vida cuando éramos niños?
A menudo olvidamos que liderar es saber renunciar a muchas cosas para poner el foco en unas pocas. ¿Por qué nuestros directivos sufren el síndrome del pollo sin cabeza?
Debemos recuperar la mentalidad del principiante, esa forma de afrontar los problemas abierta, sin ideas preconcebidas que permite valorar cada idea abiertamente
Ultimamente cada vez es más habitual competir en mercados saturados, donde lo único que se valora es el precio, pero existen formas de resegmentar el mercado e identificar nichos de crecimiento
Desde pequeños imaginamos nuestro futuro ideal, pensamos en lo que nos gustaría convertirnos, llenos de ilusiones y esperanzas… algo a lo que a menudo renunciamos sin apenas darnos cuenta.
Las barreras de entrada se han convertido en el santo grial que toda startup debe demostrar que es capaz de generar ante sus posibles inversores… ¿pero es esto coherente? ¿No estaremos de nuevo intentando trasladar planteamientos puros de gran empresa a una startup, que por definición NO debe operar así y con esas reglas? ¿Y si pudiéramos hacer que sean los propios clientes quienes generen nuestras barreras de entrada?
Este año vuelvo a participar en el libro referente sobre emprendimiento Lean en España con un capítulo en el que hablo sobre crecimiento, growth hacking y métricas
