A menudo escucho a gente que recomiendan a un emprendedor que persevere en su idea, que no escuche las críticas de los demás y que se esfuerce en su visión original ignorando al entorno… lo que me parece extremadamente peligroso. La capacidad de creer en uno mismo y en la idea es clave, pero ¿en que punto se convierte en ciega obsesión?
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Innovar a través de los intraemprendedores
Si hay algo que a día de hoy las empresas necesitan desesperadamente es innovar, diferenciarse y ser más competitivas. Lo que en tiempos de abundancia fue casi un lujo, hoy se ha convertido en algo imprescindible, en la diferencia entre tener un futuro brillante o no tenerlo. La cultura de la empresa, el entorno de trabajo o cómo tratamos las ideas son factores que, aunque sutiles, tienen un tremendo impacto en la capacidad innovadora de la empresa.
El Manifesto Insomne
No escuches a los demás. Ignóralos. El mundo está lleno de gente que dirá que tu idea no va a funcionar, que no es más que un sueño y que las empresas que triunfan tienen mucho dinero y una receta secreta del éxito… así que lo mejor que puedes hacer es seguir trabajando duro para otro, esperado a que llegue la ocasión, a que llegue tu momento ¿no?.
Lo que me ha traído hasta el día de hoy
Hoy, rompiendo un poco con la tónica habitual del blog, quería escribir en primera persona, echar la mirada atrás y recapitular sobre todo lo que me ha traído hasta éste preciso momento de mi vida, hasta la decisión que acabo de tomar de empezar una nueva aventura profesional… “con la que está cayendo” que dirían algunos. Si quieres saber por qué empecé a escribir éste blog, qué es lo que me apasiona de los modelos de negocio o qué me ha llevado a invertir en startups… sigue leyendo.
¿Por qué necesitas un “Pepito Grillo” en tu empresa?
Sin duda, uno de las principales lacras que está afectando a las empresas en la actual coyuntura es la uniformidad de pensamiento y acción: la crisis, por unos u otros motivos, ha hecho que la mayor parte del personal más crítico y menos estándar de nuestra empresa haya dejado sus filas… con la subsiguiente pérdida de diversidad que supone: de repente un día nos levantamos y nos encontramos rodeados de un ejército de clones, que piensan, opinan y actúan como nosotros… una pésima noticia.
Experiencia de Cliente (cuando la satisfacción no es suficiente)
Hace ya algunos meses que estoy intentando poner en orden mis pensamientos para escribir sobre algo que creo que es crítico y que muchos consideran “moda”: la denominada “customer experience” o “Experiencia de cliente”. Nos hemos acostumbrado a considerar la satisfacción y la calidad de servicio a nuestros clientes como los elementos clave sobre los que construir nuestros sistemas de valoración de fidelidad y engagement del cliente… lo que hoy en día nos sitúa en la gran nada de la mediocridad (y da igual que hablemos como empresa, administración pública, hospital o universidad, todos tenemos “clientes”)
Hace unos años (bastantes!), cuando las tasas de defectos en producto eran altas, cuando un nivel alto de calidad era la excepción y aspectos tales como servicios de soporte o cumplimiento de compromisos (SLA) eran muy mejorables, los esfuerzos se enfocaron en mejorar la calidad. Aproximaciones tales como la mejora continua, el kaizen, las ISO 9001 etc. fueron diseñadas para que los procesos de las organizaciones se enfocaran a producir productos o servicios de la mejor calidad posible… y todo ello con el fin de mejorar la satisfacción del cliente, es decir, la visión objetiva que el cliente tenía de los servicios o productos recibidos (relación coste-beneficio). Sin ir mas lejos…
Implantar una cultura de reuniones eficaces (I)
En la mayoría de las organizaciones asumimos las reuniones como uno de los males con los que debemos convivir: se eternizan, sacamos poco en claro de ellas y en general las consideramos una pérdida de tiempo… lo que es perfectamente comprensible. El problema de las reuniones es sin duda cultural, y arraiga con especial virulencia en la cultura española, donde el tándem cumplimiento de horarios – productividad todavía está lejos de ser comprendido (cuando me reúno con gente en países anglosajones o nórdicos, las reuniones suelen haber sido mucho mejor planificadas que en España, y la hora de finalización es cuasi-sagrada).
Y como todo problema cultural, la mejor forma de abordarlo no pasa por publicar una metodología o conjunto de buenas prácticas en la intranet o enviarla por correo y y sentarnos a esperar el cambio… más bien es como una guerra, donde tendremos que luchar centímetro a centímetro en el campo de batalla (las salas de reuniones).
Como en casi todos los aspectos de cultura organizativa, el liderar mediante el ejemplo es una de las mejores aproximaciones: debemos dar ejemplo respetando el tiempo de los demás, las normas acordadas mutuamente e intentar ser concretos… porque a la postre este incremento no sólo tendrá un impacto (sorprendentemente alto) sobre la productividad de nuestros equipos, sino que mejorará de forma ostensible la motivación del personal.
Productividad y conciliación
Llevo algún tiempo queriendo escribir sobre este tema, ya que me preocupa ver que estas palabras cada vez se encuentran juntas menos a menudo. Desde muchas organizaciones se está forzando a un alto porcentaje de nuestros trabajadores, las mujeres, a que decidan entre tener una vida profesional o ser madre…. cuando no es una elección excluyente.
El tema que quiero abordar en este articulo es, en el mejor de los casos, peliagudo, pero intentaré tratarlo honestamente. No pretendo en ningún caso hacer ningún tipo de alegato sexista/feminista, ya que, a mi juicio, somos diferentes, ni mejores ni peores… y creo que generalizar es mala política. De entrada diré que no creo que exista igualdad laboral en una parte significativa de las empresas de este país, y tristemente he constatado en más de una ocasión que es cierto que existen desigualdades en cuanto a salario y oportunidades… Pienso que no debería haber discriminación en ningún caso, ni en el plano negativo y desde luego tampoco en el positivo.
El eje principal sobre el que quiero moverme es la elección que en muchos casos deben hacer las mujeres que quieren tener un hijo y continuar con su carrera profesional… pero sin desatender ninguna de ambas. Esto obviamente también aplica a las mujeres que quieren seguir cuidando de sus hijos, y no lo olvidemos, a los hombres (aunque es menos habitual). No permitiendo esta conciliación estamos desperdiciando el talento de gran cantidad de profesionales que, ante la disyuntiva, deciden dejar de trabajar unos años… y como luego ampliaré, bajando la productividad de nuestro país.
Nos dirigimos hacia la hecatombe
Con este título tan poco sensacionalista quería llamar la atención sobre algo que está pasando, de gran relevancia para nuestro sector y de lo que (me da la impresión) no somos conscientes de su importancia. Aunque nos encontramos inmersos en una “fuerte desaceleración” del sector, no hace mucho nos quejábamos todos de lo complicado que era encontrar a profesionales cualificados (en algunos casos, incluso encontrar a profesionales, a secas)…
Y este problema no va a desaparecer automágicamente al acabar esta época. Mas bien lo contrario, nos vamos a encontrar un mercado laboral complicado para reclutar. Los últimos estudios realizados por Addeco y ATI hablan de una carencia de 25.000 profesionales en el sector… da que pensar.
Pero esto no es un problema, ya que al menos los titulados en Informática, Telecomunicaciones…etc. siguen alimentando las calderas de las nuevas generaciones, no? Pues por lo que parece, no. La Universidad de Málaga habla de la caída de un 43% en los últimos cinco años, con una pérdida neta de 1.224 matrículas. La UVA le sucede algo similar. No en todos los barrios es del mismo calado… pero en este magnífico artículo aparece un gráfico que da que pensar:
Tácticas de Negociación
Una de las cosas que más me gusta de la negociación es sin duda la variedad de tácticas (o roles) que se pueden utilizar para lograr algo… es una habilidad que tiene algo de “interpretación“, ya que nos obliga a asumir un papel diferente del que tomamos normalmente, y que debemos interpretar (es importante recalcar, de todas formas, que negociar NO es regatear!!).