Productividad y conciliación

Conciliacion y productividad Llevo algún tiempo queriendo escribir sobre este tema, ya que me preocupa ver que estas palabras cada vez se encuentran juntas menos a menudo. Desde muchas organizaciones se está forzando a un alto porcentaje de nuestros trabajadores, las mujeres, a que decidan entre tener una vida profesional o ser madre…. cuando no es una elección excluyente.

El tema que quiero abordar en este articulo es, en el mejor de los casos, peliagudo, pero intentaré tratarlo honestamente. No pretendo en ningún caso hacer ningún tipo de alegato sexista/feminista, ya que, a mi juicio, somos diferentes, ni mejores ni peores… y creo que generalizar es mala política. De entrada diré que no creo que exista igualdad laboral en una parte significativa de las empresas de este país, y tristemente he constatado en más de una ocasión que es cierto que existen desigualdades en cuanto a salario y oportunidades… Pienso que no debería haber discriminación en ningún caso, ni en el plano negativo y desde luego tampoco en el positivo.

El eje principal sobre el que quiero moverme es la elección que en muchos casos deben hacer las mujeres que quieren tener un hijo y continuar con su carrera profesional… pero sin desatender ninguna de ambas. Esto obviamente también aplica a las mujeres que quieren seguir cuidando de sus hijos, y no lo olvidemos, a los hombres (aunque es menos habitual). No permitiendo esta conciliación estamos desperdiciando el talento de gran cantidad de profesionales que, ante la disyuntiva, deciden dejar de trabajar unos años… y como luego ampliaré, bajando la productividad de nuestro país.

Números y estadísticas no siempre representan la realidad

53621_3258-1 Menuda perla de titulo. Parece que avanzo concienzudamente en mi camino para convertirme en “maestro de lo obvio”, figura de la que da habida cuenta Scott Adams en su magnifico libro “El principio de Dilbert”.

Hace algunos días discutía con un compañero sobre las medias de desviación en horas de ciertos proyectos y, aunque parecían prometedoras, a mi no acababan de convencerme. Tras hacer un rato de espeleología algebraica, descubrimos que las medias eran completamente correctas… pero que inducían a engaño. A raíz de esta discusión se me ocurrió hablar sobre ello aquí y proponer una serie de reglas “mínimas” a aplicar cuando alguien ofrece un conjunto de datos, ya sea en porcentajes, gráficas u otro medio. Alegaré en mi defensa que no tengo conocimientos de estadística más allá de los normales, y que este planteamiento va orientado eminentemente a la práctica sencilla.

La realidad es que en nuestro día a día manejamos cada vez más datos agregados, calculados muchas veces utilizando fórmulas que no conocemos, y que son la base sobre la que debemos tomar decisiones de cierta importancia… Los datos en sí no son malos, ni aunque no sean completamente precisos. En mi opinión, es más importante que un dato sea significativo (representa lo mejor posible la realidad que pretende mostrar) que preciso (el dato mide la realidad sin ninguna desviación).

Una anécdota para ilustrarlo:

Productividad bien entendida

Productividad Todavía sigue siendo trístemente habitual escuchar directivos que arengan a su gente diciendo que deben aumentar su productividad y, por tanto, alargar su jornada laboral… o que hablan de reducir la plantilla para mejorar la productividad de su área.
Este es un tema que me preocupa tanto a nivel profesional como personal, ya que mientras no empecemos a entender correctamente la productividad como un todo y sepamos valorar todas las palancas que nos permiten mejorarla, seguiremos como pais a la cola de Europa y teniendo una pésima conciliación personal-profesional.

Lo primero que me gustaría es establecer unas bases comunes sobre las que empezar a hablar sobre este tema, y para ello deberíamos encontrar una definición de productividad que nos satisfaga. Antes de abordarla desde un punto de vista más macroeconómico, pienso que deberíamos centrarnos en la visión empresarial. Para mi una de las definiciones más claras es aquella que dice:

“la productividad es la relación entre los recursos invertidos en producir algo o en prestar un servicio (lo que técnicamente se llaman insumos) y la producción obtenida.

Elementos clave al implantar comunidades 2.0 en una empresa

Comunidades

Ultimamente parece que las compañías estan empezando a mirar el mundo 2.0 con un poco más de cariño, y están descubriendo una herramienta muy interesante para hacer fluir las conversaciones dentro y fuera de sus muros. Uno de los principales artífices de este novedosísima concepto (!?) fue el Cluetrain Manifesto, creado en el año 1999 y cuya principal tesis era “Los mercados son conversaciones” (lectura imprescindible).

El hecho es que la iniciativa está surgiendo de algunos de los lugares organizativamente más insospechados (o no), tales como las áreas de Marketing, Recursos Humanos o incluso Operaciones. En muchas de estas situaciones, el CIO descubre que ha sido “cazado” con el paso cambiado, y que debe liderar un proyecto que no entiende muy bien.

Hay muchas formas de abordar la implantación de una estrategia 2.0 en nuestras compañías, pero creo que hay algunos elementos comunes a todas ellas, y que es importante conocer:

  • La web 2.0 NO es tecnología, sino una nueva forma de comunicarse… por lo que es normal que no sea IT quien se convierta en ideólogo del proyecto (de hecho, en aquellos casos que sí lo sea, deberá conseguir el apoyo de las áreas anteriormente menciondas)
  • ¿Que perfil tienen los usuarios objetivos?. Ya hablemos de nuestros clientes, de nuestros empleados o proveedores, la realidad es que si no se trata de nativos digitales, o al menos inmigrantes digitales con interés, hay grandes posibilidades de que la iniciativa no sea usada… mejor una retirada a tiempo!.

Factores críticos de fracaso al negociar

Factores criticos de fracaso

La negociación es sin duda una de las habilidades más relevantes que debemos desarrollar. Negociamos con nuestro jefe, con nuestros compañeros, con la gente que tenemos en nuestras áreas, con el panadero, con el dependiente del restaurante, con nuestra pareja y (sin duda!) con nuestros hijos… la mayoría de las veces de forma casual y sin preparación previa, lo que nos lleva a resultados regulares, en el mejor de los casos.

Negociar NO es una cualidad innata con la que se nace, contra lo que mucha gente puede opinar. Algunos de los mejores negociadores que conozco han sido “formados”, e incluso uno me comentó hace poco que de pequeño era “el niño timido” de clase. Podemos aprender a negociar, sólo hay que entender que es algo que requiere planificación y formación.

Manifesto

Además de haber planteado por qué quiero comenzar con el blog, también me gustaría hacer un breve manifesto (que palabra tan de moda!) en el que describir los fines que me gustaría conseguir. Son ambiciosos, pero como ya he comentado, soy naturalmente optimista:

  • Dar visibilidad al CIO (Chief Information Officer, o Director de Tecnologías de la Información) en los órganos de decisión de sus Entidades: Pienso que es un error desperdiciar el conocimiento y percepción de un profesional que tiene una visión global sobre los flujos de información de la empresa, los requisitos de cada área en cuanto a información e interdependencias. Hoy en día en la mayoría de las organizaciones el CIO es uno de los principales activos que aportan valor a los consejos de dirección (incluso empieza a ser habitual conocer CIOs que han sido reconvertidos a CEO).
  • Concienciar sobre la necesidad de desarrollar habilidades “blandas”: Los Directivos con formación técnica relacionada con las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones carecen habitualmente de determinadas habilidades, denominadas “blandas“, que deberían dominar y que los pone en clara desventaja frente a sus homónimos de otras áreas. Entre ellas se encuentran habilidades interpersonales de comunicación, negociación, hablar en público, liderazgo, gestión de equipos.. En mi opinión, éste es uno de los principales motivos que provoca el rechazo de un CIO en el consejo de dirección.