Creo que no cabe duda que la innovación está de moda, y que si una empresa no menciona entre sus cualidades su compromiso con la “i” no resulta cool… pero en este afán de innovar muchas compañías comienzan a abordar proyectos de I+D+i de forma poco reflexiva, construyendo un portfolio de proyectos que a la larga no les conviene, pudiendo incluso llegar a ser perjudicial.
Para ello, nada como un poco de sano escepticismo, autocrítica y grandes dosis de sensatez. El diseño del portfolio de proyectos de I+D (que generarán el conocimiento que luego transformaremos en dinero, tal como veíamos aquí), debe ser condicionado por la estrategia de innovación de la compañía, y encontrarse balanceado en múltiples aspectos (desde el foco de los proyectos hasta el time-to-market).
Desde mi punto de vista, el portfolio de proyectos de I+D es el instrumento práctico con el que recorrer el camino (gap) desde el momento actual de la organización hasta el punto que quiere alcanzar. Para mí éste es realmente uno de los puntos críticos, y la mejor forma de identificar ese punto es creando la curva de valor objetivo de la empresa (concepto que popularizaron W.Chan Kim y Reneé Mauborgne en el estupendo libro “La estrategia del océano azul", absolutamente recomendado)…


Tras casi un mes de silencio bloguero, por fin encuentro el rato para poder compartir algo a lo que llevo dándole vueltas bastante tiempo. Como vimos en el articulo sobre 
En los últimos días, como corresponde a cualquier fin de año que se precie, ando dándole vueltas a las cosas que me gustaría mejorar para el año que viene, y una de ellas es la relativa a las capacidades de Liderazgo.