Diferenciarse o morir

Diferenciarse o morirEl mercado ha cambiado. Los clientes han cambiado. Incluso nuestros empleados han cambiado…. Y no vale de nada lamentarnos sobre los “viejos buenos tiempos” perdidos, no van a volver. Las personas que, en alguna faceta de nuestra vida profesional debemos actuar como líderes, tenemos la obligación y responsabilidad de asumir este cambio, dejar de quejarnos y actuar.
 

Mi padre me decía cuando empezó la crisis que iba a ser un estupendo ejercicio para nuestra generación, ya que nos habíamos acostumbrado a gestionar la abundancia (de clientes, de proyectos, de financiación…), y nuestra prueba de fuego sería el aprender a gestionar la escasez.

Inevitablemente va a haber muchas bajas por el camino, pero los que consigan sobrevivir a esta crisis no solo saldrán más reforzados (consecuencia de una estructura de costes más ligera y una manifiesta capacidad de adaptación) sino que competirán en un mercado con menos competidores (aunque posiblemente más grandes, debido a los procesos de concentración). Este proceso lo podríamos asimilar al principio de supervivencia del mas apto enunciado por Charles Darwin (Geoffrey Moore, autor del estupendo “Crossing the Chasm”, amplia el tema en su libro “Dealing with Darwin)

Y para conseguir ser los más aptos y sobrevivir, lo primero que debemos hacer es plantearnos cómo nos está afectando estructuralmente la crisis.

Productividad y conciliación

Conciliacion y productividad Llevo algún tiempo queriendo escribir sobre este tema, ya que me preocupa ver que estas palabras cada vez se encuentran juntas menos a menudo. Desde muchas organizaciones se está forzando a un alto porcentaje de nuestros trabajadores, las mujeres, a que decidan entre tener una vida profesional o ser madre…. cuando no es una elección excluyente.

El tema que quiero abordar en este articulo es, en el mejor de los casos, peliagudo, pero intentaré tratarlo honestamente. No pretendo en ningún caso hacer ningún tipo de alegato sexista/feminista, ya que, a mi juicio, somos diferentes, ni mejores ni peores… y creo que generalizar es mala política. De entrada diré que no creo que exista igualdad laboral en una parte significativa de las empresas de este país, y tristemente he constatado en más de una ocasión que es cierto que existen desigualdades en cuanto a salario y oportunidades… Pienso que no debería haber discriminación en ningún caso, ni en el plano negativo y desde luego tampoco en el positivo.

El eje principal sobre el que quiero moverme es la elección que en muchos casos deben hacer las mujeres que quieren tener un hijo y continuar con su carrera profesional… pero sin desatender ninguna de ambas. Esto obviamente también aplica a las mujeres que quieren seguir cuidando de sus hijos, y no lo olvidemos, a los hombres (aunque es menos habitual). No permitiendo esta conciliación estamos desperdiciando el talento de gran cantidad de profesionales que, ante la disyuntiva, deciden dejar de trabajar unos años… y como luego ampliaré, bajando la productividad de nuestro país.

Productividad bien entendida

Productividad Todavía sigue siendo trístemente habitual escuchar directivos que arengan a su gente diciendo que deben aumentar su productividad y, por tanto, alargar su jornada laboral… o que hablan de reducir la plantilla para mejorar la productividad de su área.
Este es un tema que me preocupa tanto a nivel profesional como personal, ya que mientras no empecemos a entender correctamente la productividad como un todo y sepamos valorar todas las palancas que nos permiten mejorarla, seguiremos como pais a la cola de Europa y teniendo una pésima conciliación personal-profesional.

Lo primero que me gustaría es establecer unas bases comunes sobre las que empezar a hablar sobre este tema, y para ello deberíamos encontrar una definición de productividad que nos satisfaga. Antes de abordarla desde un punto de vista más macroeconómico, pienso que deberíamos centrarnos en la visión empresarial. Para mi una de las definiciones más claras es aquella que dice:

“la productividad es la relación entre los recursos invertidos en producir algo o en prestar un servicio (lo que técnicamente se llaman insumos) y la producción obtenida.