Empezaré diciendo que en absoluto me considero experto en hablar en publico y hacer presentaciones, pero a lo largo de los últimos años es algo que he tenido que hacer con bastante frecuencia… y aunque todavía queda mucho que mejorar, me parece interesante contaros algunas “ideas y trucos” que a mi me han servido.
Uno de los mitos que creo que hay que romper es que el buen presentador “nace”, cosa que es errónea. Todavía recuerdo lo mal que lo hice la primera vez… lo pasé fatal y prometí que jamás volvería a hablar ante un auditorio… ¡y ahora la verdad es que disfruto!. En este camino he ido aprendiendo algunos trucos, unos derivados de la propia práctica, otros de participar en cursos, y muchos de ellos de fijarme en los “profesionales” (políticos y conferenciantes).
Sin duda, una de las cosas más importantes es conocerse a uno mismo: en la puerta del Oráculo de Delfos, estaba grabada la frase “TEMET NOSCE”, o “Conócete a ti mismo” (seguro que alguno recordará el guiño que se hace en la película Matrix, donde el Oráculo la tiene en la pared de su cocina). Es importante tener claro que no hay trucos universales, no todo nos funciona a todos igual… e incluso es posible que sea contraproducente algún truco aceptado como “imprescindible”: En mi caso, por ejemplo, la receta segura para resultar artificial y que se me quede la mente en blanco es ensayar una presentación. Pasó bastante tiempo hasta que descubrí que lo que a mí me funciona es preparar con cuidado lo que quiero decir, pero no ensayarlo, ya que no resulto nada natural…
En cualquier caso, aquí van algunas de las ideas y trucos que a mi me parecen importantes:


Una de las cosas que más me gusta de la negociación es sin duda la variedad de tácticas (o roles) que se pueden utilizar para lograr algo… es una habilidad que tiene algo de «interpretación«, ya que nos obliga a asumir un papel diferente del que tomamos normalmente, y que debemos interpretar
Hace algunos días estuve hablando con el CEO de una de las empresas más «tocadas» por la crisis, y me comentaba que estaba dándole vueltas a la posibilidad de cambiar de trabajo. La conversación (que he maquillado para proteger al interfecto) fue algo parecido a esto:
Hace ya un buen número de años tuve una magnífica profesora de comunicación que afirmaba que, cuando estuvieramos haciendo una presentación en público, o negociando, deberíamos «utilizar el silencio como un látigo». Este consejo en su momento me pareció simpático, pero según pasa el tiempo lo encuentro más util.