Hace algo más de dos años comenzaba un articulo con la cabecera: “Vivimos tiempos interesantes…”, y siguen siendo las primeras palabras que acuden a mi cabeza para describir la situación actual.
La crisis financiera, que en muchos entornos se consideró como algo ajeno y que sería arreglada por otros, sirvió para destapar una crisis mucho más grave, y que afecta a las bases de cómo hemos diseñado nuestras estrategias de competitividad: la crisis del ahora tristemente famoso “modelo productivo”.
Aunque en los dos últimos años se han abordado ciertas actividades en el plano de la innovación en la mayoría de las organizaciones, llevados por una especie de paroxismo innovador, la mayoría han estado centradas en reducir costes de forma creativa o innovar en un espacio competitivo cercano, donde nos sentimos cómodos…
Sin embargo, en el plano de la estrategia seguimos dirigiendo nuestras organizaciones apoyados en principios y herramientas monolíticos que fueron concebidos hace 30 años en un entorno competitivo muy diferente del actual, creados con una finalidad analítica y de planificación acorde a la situación vigente en aquellos momentos (desde los famosos DAFOs a las Cadenas de Valor)… y sin embargo, todavía pretendemos utilizarlos como si se trataran de un oráculo que, tras alimentar con unos datos, fuera a ofrecernos las claves con las que mejorar nuestras ventajas competitivas y diferenciarnos (no olvidemos que, en el marco corporativo, el fin último de toda estrategia es crear ventajas competitivas con enfoques económicamente sostenibles).
De forma similar, aunque hemos adoptado metodologías de proceso, seguimos entendiendo todo el ciclo de operaciones y planificación con un pesado enfoque absolutamente secuencial , con ciclos anuales de planificación-ejecución (algo que era factible hace 30 años.. ¡pero no ahora!)
Nos obsesiona la búsqueda de la eficiencia operacional, los procesos y la calidad, lo que en absoluto es diferencial. No digo que no sean importantes (son críticos), sino que simplemente es algo que ahora se presupone y por tanto no genera diferenciación
El 90% de los clientes que dejan una compañía declaran estar satisfechos con sus productos… parece que claro que hay algo más que no estamos teniendo en cuenta. Una de mis viñetas favoritas del genial Hugh McLeod (Gapinvoid) creo que lo resume a la perfección:
Esta situación genera unas tremendas tensiones en las organizaciones, que ya no saben que hacer para mantenerse a flote en la situación actual… y no digamos crecer. Para mi, uno de los aspectos básicos de la innovación estratégica se puede resumir en la frase:
En lugar de ser mejor que tus competidores, esfuérzate en ser diferente
O dicho de otra forma: “Si intentas competir siguiendo las reglas del líder de tu industria, estás muerto…”. Éste cambio en la cultura competitiva de “ganar al líder ” a “ser diferente” tiene profundos efectos de transformación organizativa…. aunque que a priori parece de una lógica aplastante, en realidad no es en absoluto el comportamiento organizacional que fomentamos, sino que mas bien sucede lo contrario (márquese “x” en todas las prácticas presentes en la organización"):
- Benchmarking continuo de lo que hace la competencia
- Lanzamientos de producto en reacción a nuevos productos lanzados por el líder
- Ajuste de tarifas en función de lo que hace el líder
- Búsqueda de personal con perfiles similares a los que emplea la competencia
- copia de cada movimiento, siempre un poco más barato e intentando hacerlo un poco mejor…
Éste posicionamiento competitivo deteriora de forma importante los márgenes y la capacidad de reacción de la organización ante nuevas circunstancias, lo que a largo plazo comprometerá su futuro… ¿un poco esquizofrénico, no?
Para entender cuál es el papel de la innovación estratégica dentro de la empresa, quizás lo primero sea volver la vista atrás y comprender los escalones que hemos recorrido previamente: en un principio, el objetivo fue la creación (y mejora) de nuevos productos y/o servicios que nos permitieran competir en nuevos segmentos de mercado (innovación de producto). Una vez agotada esa vía, volvimos la vista a la innovación en procesos, que posibilitó aquilatar los costes de nuestras procesos productivos, mejorando la competitividad en los nichos ocupados… ¿pero cómo dar respuesta a las necesidades actuales?… a mi juicio, la innovación estratégica es uno de los más firmes candidatos a ayudarnos.
¿QUE ES LA INNOVACIÓN ESTRATÉGICA?
La innovación estratégica supone crear un enfoque sistémico y sostenible (económicamente) de llegada al mercado, pero sobre todo, supone desafiar los límites del negocio tradicionales y arriesgarse un poco más allá, a lo que Mark W.Jonhson llama el “espacio en blanco”. Como prácticamente cualquier iniciativa que lleve el apellido “estratégico”, debe involucrar a la primera línea de ejecutivos de la compañía y a su CEO, dado que implica tomar decisiones que tendrán un impacto importante en el futuro de la organización.
En la segunda parte del artículo (he decidido partirlo debido a su extensión) analizaremos algunas de las preguntas que debemos hacernos respecto a nuestras organizaciones y que, si somos francos y dedicamos tiempo a pensar sobre sus implicaciones y derivadas, nos darán algunas de las principales pistas que seguir para replantear nuestro posicionamiento estratégico.
Puedes seguir leyen el artículo en su 2ª parte AQUI
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